El pánico o miedo excesivo, aparece en las personas por un sentimiento de amenaza. Este comportamiento en un siniestro, resulta para los bomberos un ambiente natural, al hacerse visible una serie de estados de interacción que en otros lugares no sería posible de encontrar que van desde la simple actitud reflexiva, al pánico total siempre importante, en la medida que resulte inmediatmente perjudicial. En los incendios y durante los trabajos de rescate y salvamente , los bomberos deben enfrentarse a un gran números de reacciones humanas tan imprevisibles como incontrolables, por situaciones inesperadas dificiles de aceptar y en las que sólo se distingue el "peligro directo" sobre la propia vida. Sin embargo estas apreciaciones a menudo equivocadas transmiten "brotes de pánico" a otras personas fácilemente impresionables que se abandonarán a sus impulsos naturales. De ahí, que estas reacciones contribuyan a ensanchar el riesgo, con víctimas que el incendio en sí, no hubiese producido.
El comportamiento humano ante el fuego, es tán difícil como sorprendente y sólo en una minoría de casos, se logra un salvamento perfecto. El humo y el calor son dos factores que contribuyen a agravar el pánico. El humo inmoviliza a las personas por falta de visibilidad y sus componentes tóxicos las asfixian. En ambientes sobrecalentados por las temperaturas, la tensión aumenta y se agitan psicológicamente los individuos, produciéndose espasmos nerviosos en los que el pánico los incita a precipitarse de cualquier forma al exterior.
Se ha comprobado que las personas fácilmente sugestionables, aceptan mejor la situación cuando se sienten bien dirigidas. Asimismo, individuos menos sensibilizados y ya rescatados por los bomberos, creen desde el exterior que el peligro no era tan grave y vuelven al edificio a recuperar efectos personales o algún acompañante.
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